Navego en el mar de la incomprensión
como siempre lo he hecho.
Navaja en la muñeca,
demasiado fácil dormirse.
Desesperación absoluta
o indiferencia evidente.
Una cárcel silenciosa en medio de la nada.
Navego en esta mierda de vida,
oye, los muros están muy altos;
oye, las cuerdas están muy bajas;
oye, hasta las piedras se queman;
oye, hasta los riscos se caen.
Yo no.
Yo no me caigo ni me quemo,
yo no estoy en lo alto ni en lo bajo,
estoy en la mitad, siempre en la mitad,
en la mitad de la mierda,
donde la noche no me alcanza,
ni tampoco la mañana,
donde no levanto la cabeza ante ese hombre,
porque soy indigna de su mirada...
y su rechazo es un honor.
2008
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