¿No es cierto acaso
que llevamos el signo de lo desconocido?
¿No hay juventud en nuestros cuerpos
e inquietud en nuestros espíritus?
Pendemos de resortes metálicos
y nuestros movimientos describen grandes hélices.
Esta es la señal definitiva
de nuestro encuentro.
Blando tobogán estando juntos.
Volteamos al unísono
a enmarcarnos en el círculo.
Prendidos de las manos
- del cuerpo entero si es preciso -
naveguemos a lo extraño,
a lo que nos remueve.
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